Pensiones: dificultades, un tema necesario del “cónclave”
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Un cónclave, una cortina de humo... Ese suele ser el escenario. El propuesto por François Bayrou a su llegada a Matignon sobre el tema de las pensiones debería finalizar el martes 17 de junio. Pero no es seguro. El Primer Ministro ha declarado que, de ser necesario, se podrían hacer prórrogas. Pero, como dijo Maurice Thorez sobre una huelga, hay que saber cómo terminar un cónclave... A menos que el objetivo de François Bayrou fuera entretener a la galería para ganar esperanza política...
Dado que el tema de las pensiones es importante, aunque ocupe demasiado espacio en nuestros debates en comparación con otros igualmente importantes, no debemos criticar al jefe de gobierno. Sobre todo, de este cónclave pueden surgir aspectos positivos. Es un hecho que nada cambiará respecto a la edad legal de jubilación, de ahí la ausencia de los sindicatos CGT y FO en las reuniones. Pero el problema de las dificultades sigue siendo central en los debates. No es un tema menor. Millones de empleados se ven afectados. Y esta es la principal razón, junto con la situación de las mujeres, que justifica la permanencia de la CFDT en la mesa de negociaciones.
Al concluir los debates, seamos claros: Medef (la patronal francesa) tiene la clave. Esta organización, que ha permanecido sorda al tema durante años, ha dado, y cabe destacarlo, un paso en la dirección correcta. Un "paso", como dicen, tardío, pero "paso" al fin y al cabo. Sigue siendo insuficiente, ya que las posibles ganancias para los trabajadores en ocupaciones arduas son inciertas y complejas de lograr. Entonces, ¿por qué no, como exige la CFDT (Confederación Francesa del Trabajo), tener en cuenta tres criterios simples (levantamiento de cargas pesadas, posturas difíciles, vibraciones mecánicas) para permitir la jubilación anticipada en las profesiones en cuestión? Los empleadores deben dar este impulso para que esta conferencia no sea un fracaso. Por François Bayrou. Por la idea misma del diálogo social. Pero especialmente por estos empleados, de quienes a menudo hemos oído decir que llegan destrozados a la hora de jubilarse.
Libération